El lobo de Wall Street

El lobo de Wall Street

Dirección: Martin Scorsese
Reparto: Leonardo DiCaprio, Jonah Hill, Margot Robbie, Matthew McConaughey, Kyle Chandler, Rob Reiner, Jon Bernthal, Jon Favreau, Jean Dujardin y Joanna Lumley
Guión: Terence Winter, basado en el libro de Jordan Belfort (Los Soprano, Boardwalk Empire).
Música: Excelente selección musical del ex de The Band,  Robbie Robertson

Scorsese nos cuenta en esta película la historia de Jordan Belfort, el bróker de la bolsa de Nueva York por antonomasia, que sin atender a escrúpulos de ningún tipo, consiguió con solo veinte años llegar a la cima del mundo bursátil. En algo recuerda la historia de este personaje (Leonardo DiCaprio) al origen de las hipotecas basura que fue uno de los desencadenantes de la crisis actual. Fue el primero en hacer negocio en bolsa con las pequeñas cantidades invertidas por gente humilde. El título de la película es el apodo que le dieron como fundador de la agencia bursátil Stratton Oakmont, “El lobo de Wall Street”. Muestra el exceso en los valores del American Dream: dinero fácil, sexo, poder…

La interpretación de Di Caprio me parece excepcional. Puede que en ocasiones sobreactúe, está omnipresente durante las casi tres horas de película y algunas escenas son para su exclusivo lucimiento. Pero basta recordar la escena, más propia del cine mudo, en la que vuelve a casa al amanecer convencido de que ha conducido tan campante al volante de su coche, cuando en realidad llegó a rastras hasta la puerta de su casa, para demostrar el pedazo de actor que es.
Pese a ello, la película se hace larga y seguramente habría quedado mejor si se hubiera reducido casi una hora su metraje; no es una obra maestra de Scorsese, pero sin duda merece la pena verla.

Lo sorprendente de las críticas que se le han hecho a Scorsese por esta película es que no tienen que ver estrictamente con el  cine, sino con la moral: ¿cómo se pueden rodar tres horas para mayor gloria de este personaje sin escrúpulos, que hundió económicamente a tantos pequeños ahorradores? Lo único que se me ocurre es que en cuestiones de cine y con el maestro Scorsese al frente me ahorro las valoraciones éticas.

El hijo de Saúl

El hijo de Saúl

Película que se estrena estos días en nuestras pantallas, precedida de una extensa e interesante polémica en Francia (ver por ejemplo el diario El País de 10.01.2016).

Rodada con primeros planos tras los que se difumina el resto del campo visual, y dando una gran importancia a los sonidos y a las voces.

Plantea el tema de los hornos crematorios en los campos de concentración nazis desde un punto de vista literario/narrativo que no es fácil de lograr en un  tema como éste, y, a nuestro modesto entender, un modo de contar tremendamente interesante para poder hablar de las cosas impactantes.

Desasosegante, da mucho que pensar. Daría para un Cine-Forum de los de hace años.

SPOTLIGHT

SPOTLIGHT

Magnífica película sobre el peridodismo de investigación y el esfuerzo y conocimientos que implica hacerlo bien.

Te traslada a una redacción de periódico y los actores parecen periodistas reales.

En Bandeja de Plata

En Bandeja de Plata

BILLY WILDER, EL GRANDE

En estas líneas voy a comentar una película que, aunque parezca mentira,  mucha gente no ha visto aún. Me ocurrió hace ya unos meses en casa de mi padre, cuando le propuse que la viéramos en DVD. Estaba entusiasmado… ¡Pensar que a sus 80 años no las había visto! Si alguien no las ha visto, rápido a por ella, y si la vio hace tiempo, a verla igualmente. Yo las he visto unas cuantas veces y no me canso. Guión, interpretación… y hasta  la música del gran André Previn. No tienen desperdicio.

“The Fortune Cookies”, el título original en inglés, (¡vaya con las traducciones de los títulos de las películas!) nada tiene que ver con el título que se le dio en español, “En Bandeja de Plata”,  un absurdo innecesario, pero propio de la época. Se tratata de la película número veintiuno de la carrera de Wilder como director de cine. El guión fue escrito por Billy Wilder y I.A.L. Diamond, recibió tres nominaciones al Óscar, y ganó uno, el de actor de reparto para W. Matthau. Producido por Wilder, fue estrenado el 19 de octubre de 1966 (EEUU).

En esta película se juntan los tradicionales ingredientes del cine de Wilder, que lo hacen genial e inconfundible: sarcasmo, humor ácido y mordaz, pero también ternura.

Con su ingeniosa moraleja (arremete contra la típica figura del abogado sin escrúpulos), la película es protagonizada por una irrepetible pareja que representan a un cámara de televisión, Harry Hinckle (Lemmon), que recibe un golpetazo en el transcurso de un partido de fútbol americano. Es trasladado al hospital, sin que parezca tener nada grave. Todo hasta que llega el gruñón, avispado y liante Willie Gringich (Matthau), su cuñado, abogado, quien ve rápidamente la posibilidad de estafar a una compañía de seguros, simulando que Hinckle no puede moverse y va a terminar en una silla de ruedas. Matthau nació para interpretar a ese tipo de personajes y a Lemmon le toca otra vez el ingenuo sin personalidad que sigue el juego más por recuperar un amor que nunca tuvo que por el dinero. Pero el único ingenuo de verdad es ‘Boom Boom’ Jackson, el personaje entrañable que está en el polo opuesto.

A todo principiante le convendría echar un vistazo a los guiones escritos por Wilder y Diamond. Agresivos, sarcásticos, sutiles, pulidos, sólidos y creativos: rayan en la perfección.

Obra maestra en la filmografía de Wilder, de estupenda idea original, magistralmente desarrollada en la pantalla. «En bandeja de plata» es al mismo tiempo tanto una gran película ácida y corrosiva, como tierna y dulce. Constituye al mismo tiempo una radiografía, crítica y en letras mayúsculas de miserias humanas como el egoísmo, el afán por el dinero o el uso compulsivo de la mentira. Esta obra profunda y esclarecedora de varios corrompidos valores de la puritana sociedad estadounidense, supuso el nacimiento de uno de los dúos más geniales que haya dado la Historia del Cine: la pareja Lemmon/Matthau, dos actores plenamente complementarios. Aquí, Matthau resulta absolutamente arrollador y con un dominio soberano de un personaje que le viene como anillo al dedo, probablemente el mejor de su carrera, junto al de Walter Burns en «Primera plana», otra obra maestra del propio Wilder, escrita por él mismo y el genial I.A.L. Diamond. Como esta maravilla.

El film suma los géneros de comedia, drama y romance. El realizador divide la cinta en capítulos, que presenta al espectador numerados y con título. El guión está escrito con la maestría y el dominio del medio característicos de Wilder y de su eficaz ayudante Diamond. Los diálogos son chispeantes, los lances de la acción son ingeniosos y la definición de caracteres es adecuada y convincente. El abogado Gingrich es tramposo, ambicioso, cínico, liante y retorcido. Su cuñado Harry se deja llevar por las circunstancias, es manejable y siente remordimientos de conciencia. El film supone el nacimiento de la pareja cómica, de éxito perdurable, formada por Matthau y Lemmon, que dos años más tarde protagoniza «La extraña pareja» (1968) y que años después vuelve a colaborar con Wilder («Primera plana», 1974).

Se parodia la figura del abogado sin escrúpulos, la del pardillo que se deja llevar por indolencia e interés y las ambiciones de opulencia y éxito de la familia americana de clase media. Se critican las miserias que invaden el mundo actual: egoísmo, codicia, hipocresía, doble moral, mentiras, simulaciones y trampas. Se elogia el deporte, el espíritu deportivo, el servicio desinteresado a los demás (Bum-bum es el único personaje honrado del film). Muestra algunos de los elementos iconográficos preferidos de Wilder: coches del último modelo, encendido de cerillas, habanos, etc. Añade citas cinéfilas («Batman», 1966). La obra equilibra con acierto y mesura, humor y amargura, ironía y melancolía, acidez y ternura, en un conjunto que traspira aires típicamente wilderianos. Las magistrales interpretaciones de Matthau y Lemmon desbordan buena química, complementariedad natural y plenitud de estado de gracia. Matthau sufrió durante el rodaje un infarto de miocardio que le obligó a perder mucho peso, cosa que disimula con el uso ocasional de un abrigo.

La música, de André Previn («Irma la dulce», 1963), aporta una excelente partitura original con toques de jazz y un vals emocionante («The Fortune Cookie»), que acompaña el trepidante baile de Harry en silla de ruedas. La fotografía, de Joseph LaShelle («El apartamento», 1960), en B/N y panavisión, subraya el tono agridulce del film, realza la expresión corporal de los actores y aporta comicidad visual (escena del baile en silla de ruedas).

Ciclo de peliculas Buster Keaton

Ciclo de peliculas Buster Keaton

Organizado por la Filmoteca Vasca en colaboración con la Cineteca di Bologna -que ha restaurado alguna de las películas que se proyectarán-, Tabakalera y el Museo de Bellas Artes de Bilbao -donde se exhibirán entre abril y junio en Donostia y Bilbao.

El ciclo comprende ocho largometrajes y ocho cortos protagonizados y dirigidos por Buster Keaton y un documental de Peter Bogdanovich sobre la figura de este hombre que jamás reía. Algunas de las sesiones se acompañarán con música en directo. Os dejo el link para que accedáis al programa: http://www.filmotecavasca.com/es/ciclo-buster-keaton

El Gran Hotel Budapest

El Gran Hotel Budapest

Dirección: Wes Anderson
Reparto: Ralph Fiennes, F. Murray Abraham, Mathieu Amalric, Adrien Brody
Guión: Wes Anderson

Esta historia de cómic está contada desde tres épocas distintas. Tras una breve introducción ambientada en la actualidad, Wes Anderson nos transporta a 1985, donde la voz en off cuenta cómo se enteró a finales de la década de los años sesenta “de ciertos extraños acontecimientos” que le sucedieron a un conserje y a su discípulo en un prestigioso hotel, ubicado en un lugar incierto de la geografía europea, a la que nos reenvía lejanamente su propio nombre. A partir de ahí, echando más atrás, el período de entreguerras, se desarrollará la “propia trama” del film.

El edificio del hotel representa en su estructura el desgaste y la erosión del paso del tiempo. A la primera época referida se corresponden con los tiempos de exuberancia y derroche de aquellos años treinta, en los que transcurre la historia de M. Gustave (Ralph Fiennes), conserje del Hotel -y su botones, Zero (Tony Revolori)-. Gustave vivirá una auténtica historia de aventuras en la que se deberá enfrentar por la herencia de su amante, Madame D. (Tilda Swinton), a la maldad de los miembros de su familia, personificada en Adrien Brody, Willem Dafoe. En efecto, por la gran pantalla pasan desde fugas improbables hasta romances, asesinatos, humor, robos, amistad… y hasta una veintena de conocidos actores (Tom Wilkinson, JudeLaw, Bill Murray, Jeff Goldblum, F. Murray Abraham, Edward Norton, Owen Wilson, Mathieu Amalric, etc&hellip que juegan, todos ellos, un importante papel, y que dan a la película ese toque coral.

Para terminar, debe destacarse su fotografía, esos colores vivos y saturados que tanto nos recuerdan a Irma La Dulce, y que cubren toda la película con halo de surrealismo.

Es una película que se ve con una sonrisa permanente, no os la perdáis.